Existen varios estudios que aportan a comprender el crecimiento y comportamiento del uso de la bicicleta en las últimas décadas.
Según datos del Ministerio de Transporte, entre el 2018 y 2021, las ciclovías aumentaron cerca de un 30% en el país.
Mientras que encuesta Origen-Destino del Programa de Vialidad y Transporte Urbano (Sectra) y datos propios de empresas operadoras o vendedoras de bicicletas se suman para apuntar a un crecimiento importante, del orden de un 500% en los últimos años, luego del encierro en pandemia.
En tanto, la Revista de Ingeniería y Construcción publicó en 2019 un estudio conducido por Valle y Herrera donde revisan la condición del pavimento en las ciclovías, lo que permitirá diseñar mejores soluciones a futuro.
Por otro lado, Arellano y Saavedra, en 2017 publicaron el artículo “El uso de la bicicleta en Santiago de Chile ¿es una opción?” donde plantean las desigualdades al poder acceder al transporte en bicicleta, siendo las principales la distancia residencia-trabajo y las alternativas de transporte.
Imposible dejar fuera en este análisis de la literatura sobre el sector, el estudio publicado en la revista médica de Chile, en 2018, titulado “Implicancias en la actividad física y la salud del Programa CicloRecreoVía en Chile” (Mora, Greene y Corado), donde queda de manifiesto que el transporte en bicicleta ayudaría a cubrir buena parte del tiempo de ejercicio diario recomendado por la OMS.
En el Día Mundial de la Bicicleta, Pablo Rebolledo Dujisin, director de la carrera de administración en Ecoturismo de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar, analiza el aumento del uso de este medio de transporte, los desafíos en esta área que deberían considerar las nuevas autoridades del país y el aporte en el ecoturismo.
¿Cómo se vincula el uso de la bicicleta como una herramienta de amistad con el medioambiente?
Sí, es cierto que la bicicleta, con creces, es un vehículo mucho más eficiente que el automóvil a combustión si en términos de contaminación lo medimos. Casi libera la congestión, no emite nada de polución, sus piezas son baratas y pequeñas, no necesitas ir al mecánico tan frecuentemente, es, en fin, un enemigo de la economía de consumo y contaminación a la que estamos tan acostumbrados y que es una especie de dogma que tenemos instalado.
No hay que confundirse con que la bicicleta es 100% amistosa con el medio ambiente; muchas de sus piezas se producen en fábricas alejadas, consumen agua, minerales y combustibles fósiles en su producción, transporte y desecho, solo que la cantidad de materiales y energías utilizadas para producir una bicicleta es marginal, cerca del 1% o menos de lo que se necesita para producir un automóvil.
Una vez en manos del usuario, si se desecha bien, la bicicleta no tendrá más consumo que un poco de aceite y ya. Es un sistema que, definitivamente, hay que propulsar, no solo desde el turismo, sino que desde el medio ambiente, la salud, la calidad de vida y otros tantos beneficios que ni siquiera podría numerar.
Como carrera de ecoturismo, ¿cómo visualiza este aumento del uso de la bicicleta con el objetivo, por ejemplo, de conocer lugares?
El cicloturismo es una actividad muy consolidada en los países que tienen un desarrollo turístico importante; acá estamos partiendo. El aumento en los traslados en bicicleta, tanto urbanos como interurbanos, permite conocer lugares donde el bus no te deja, tomarse tu tiempo, disponer de tu propia planificación, llegar a espacios y compartir con personas que en el auto no lo harías.
El cicloturismo cobra cada vez más importancia, en todas sus modalidades y, como país, no podemos quedar atrás. Es cierto que a nivel de macrocifras no aporta tanto, no es un tour cerrado con grandes gastos que luego podamos mostrar como logros, pero sí es una actividad que aporta mucho al desarrollo local, tiene bajo impacto en ruido, en contaminación, en polvo, permite parar y conversar, permite conocer lugares y personas. Es un gasto turístico pequeño, pero altamente democrático, llegando a lugares donde el turismo tradicional no llega.
¿Cómo analiza las ciclovías en ciudades de alta demanda turística en Chile?
En general, el tema de las ciclovías y ciclorutas está muy débil en Chile, existen varios movimientos ciudadanos que han intentado aportar en esta discusión, tales como Ciclistas Furiosos o Mapocho Pedaleable, pero vemos que aún el tema de las ciclovías es más bien un discurso político donde se dice “tenemos X km de rutas”, pero no se adecuan a las necesidades de transporte ni de la ciudadanía ni de los turistas.
Vemos como apareció la ley de convivencia vial donde, básicamente, queda en claro que lo importante en el país son los automóviles y se degrada la bicicleta a un medio de transporte secundario, en lugar de fortalecerlo como lo han hecho los países desarrollados, que parece que nos gusta tanto admirar.
Las necesidades de transporte para turistas y ciudadanos son muy parecidas; por supuesto en distintos horarios y con distintos fines, pero un turista normalmente se desplazará por los barrios céntricos y los más atractivos o intentará moverse de ciudad en ciudad.
Lamentablemente en Chile, las ciclovías están puestas, básicamente, donde sobraba un poco de espacio, están inconexas, con estándares muy variables y no contemplando las necesidades de la población. Se le suma a lo anterior, la dificultad que tiene el sector infraestructura (MOP y Minvu) para capturar beneficios sociales a partir del turismo, entonces, en el caso en que se puedan hacer ciclorutas, se harán en los lugares donde haya más población residente, no considerando, normalmente a los turistas.
¿Cuáles serían los desafíos en cuanto al uso de la bicicleta que deberían considerar las nuevas autoridades del país?
El desplazamiento en bicicletas considera una serie de beneficios, temas de congestión, salud y obesidad, contaminación son los más evidentes. Lo primero es la seguridad: ésta no puede estar basada en el uso de vehículos tradicionales, vemos que existe una alta tasa de accidentabilidad vial en el país y las autoridades responden quitándole restricciones a la entrega de permisos de conducción.
En el país, para tener permiso para conducir, básicamente debo dar dos o tres vueltas a la manzana, una vez en la vida y ya. Creo que se debe implementar un sistema más restrictivo de evaluación de conductores y esto debería incluir una prueba teórica cada vez que se renueve la licencia.
Por supuesto, esta prueba debería incluir preguntas relacionadas con el uso adecuado de las bicicletas, sus puntos ciegos, tiempos de reacción y otros, son en este tipo de cosas, donde no nos gusta tanto mirar a los países desarrollados.
¿Qué otras iniciativas?
Capacitaciones cortas, gratuitas y disponibles para usuarios de bicicleta también son muy útiles, me parece que los ciclistas que no manejan vehículos, muchas veces, no conocen los tiempos de reacción o lo que un automovilista ve o no ve desde su asiento. Esta capacitación es cruzada; la educación vial es un punto muy débil en nuestro sistema de transporte.
Luego viene la inversión en ciclovías y ciclorutas, tanto a nivel urbano, donde se evalúen los desplazamientos de la población; tal como se hace al planificar la movilización pública y se tengan rutas estandarizadas, conectadas y con reglas claras que, además, no se conviertan en estacionamientos como sucede con muchas rutas del centro de Santiago.
Hay muchos ejemplos internacionales, también, donde se recuperan viejas ferrovías o se le adosa a las actuales una ciclovía, esto en Europa ha traído la reactivación de destinos turísticos, el impulso al deporte, la reducción de accidentes viales y, al incorporar rutas al lado de las vías de tren, se incluye un nuevo obstáculo para los peatones, lo que reduce los accidentes en estos lugares.
Finalmente, y ya fantaseando con lo que podría venirse, yo no dejaría de lado pensar en otorgar subsidios e incluso regalar bicicletas a cierta población; por ejemplo, estudiantes en edad escolar o universitarios, que pueden sacar mucho provecho al medio de transporte, reducir sus costos de estudio, incidir positivamente en la congestión y contaminación y mejorar el estado de salud de la población chilena.